Lila

LILA ISLAND

"Te compraré una isla,
le dije.
Y sonrió“

Sin maestros de canciones de amor

Raquel Martos

"Hay un pájaro australiano en peligro crítico de extinción". Es probable que esta noticia pase inadvertida. Según los datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, más de 5.200 especies están en peligro de desaparecer. Ante este dato apabullante, un pájaro australiano más o uno menos no nos va a hacer detenernos en una página.

Pero si continuamos leyendo, puede que surja algo que nos atrape : "Hay un pájaro australiano en peligro de extinción… que se está olvidando de cantar".

Quizás te preguntes por qué y empieces a elucubrar posibles respuestas: ¿Se olvida de cantar por miedo a que llegue su final? ¿O porque se siente triste y la tristeza acabará con él? ¿Pájaro australiano será el nombre de un cantante que olvida ir al estudio de grabación y lo que está en peligro de extinguirse es su contrato con la discográfica?

Y leerás un poco más: "Hay un pájaro australiano en peligro de extinción que se está olvidando de cantar… por el gran declive de su población".

Esta nueva frase, en vez de aclarar tus dudas, te habrá creado más. ¿Que este pájaro no cante hace que su población pierda fuerza? ¿O que su población se debilite hace que pierda él las ganas de cantar? ¿O será que el texto no va de ornitología y pájaro es eufemismo de delincuente, y cantar sinónimo de declarar ante un juez?

Si has llegado hasta aquí, quizás quieras continuar: "Hay un pájaro australiano en peligro de extinción que se está olvidando de cantar, por el gran declive de su población… ya que las aves jóvenes no encuentran maestros".

Y ahora te preguntarás: ¿Pero esto va de ecología, delincuencia o plan de Educación? Sigue:

"Hay un pájaro australiano en peligro de extinción que se está olvidando de cantar, por el gran declive de su población… ya que las aves jóvenes no encuentran maestros adultos que les enseñen las canciones de amor".

Has llegado al vértice de un cruce de caminos: o el texto es literal o se trata de una metáfora.

En cualquier caso, suena más bello. No solo porque habla de "amor", sino porque hay una palabra que quizás, como a mí, te lleva a la belleza como esencia y sentido de la vida: "maestro".

En una nueva semana de ruido ensordecedor, sepultada la calma por noticias a borbotones, sin tiempo para digerirlas, con el calentamiento y encabronamiento del planeta, esta noticia apareció ante mis ojos y me obligó a pararme.

Y sí, hablaba de aves, de una en concreto: "el mielero regente", y de las conclusiones de un grupo de científicos de la Universidad Nacional de Australia. Este pájaro con plumas blancas, negras y amarillas necesita de un adulto para aprender a cantar las canciones que incentivan el apareamiento y, por tanto, la pervivencia de la especie:

"Hay un pájaro australiano en peligro de extinción que se está olvidando de cantar, por el gran declive de su población, ya que las aves jóvenes no encuentran maestros adultos que les enseñen las canciones de amor para el apareamiento".

Los autores del estudio afirman que un 12% de la población masculina de estas aves solo pueden reproducir sonidos de otra especie, pero de la suya no. Y van a intentar enseñar, a los que están en cautiverio, a cantar como sus semejantes en libertad. Lo harán con ayuda de grabaciones, a ver si así...

Como noticia científica es interesantísima, como metáfora filosófica para traducir lo nuestro, tampoco está mal.

A veces sentimos que nos comunicamos más fácilmente con perros o gatos que con ciertos miembros de nuestra especie. Tenemos pocos maestros que nos enseñen canciones de amor y si los tenemos, no los estamos escuchando con tanto ruido.

Quizás algún día recurramos a grabaciones para salir de este cautiverio y reaprender algunas canciones que estamos olvidando…

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