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David y los Esclavos

 

      Para Miguel Ángel, esculpir consiste en hacer emerger el alma de la piedra, porque cada bloque de mármol tiene un alma que la imaginación, la técnica, la habilidad y las manos del escultor son capaces de encontrar y extraer con el cincel. La morfología misma del bloque pétreo, con sus fracturas y cicatrices incluso,   guía  la mano del artista para que el alma del mármol se abra paso y tome  cuerpo. Esto fue lo sucedido con el David de Miguel Ángel.

      Desde Carrara, por el Mediterráneo y remontando el Arno, llegó a Florencia un bloque de mármol de más de seis metros de altura para que en él se esculpiera la figura de David. Varios artistas intentaron la obra, iniciaron el trabajo y fracturaron la piedra blanca, pero no fueron capaces de encontrar el alma de aquel enorme bloque de mármol blanco. Veinticinco años después del primer intento, se le encarga el trabajo a Miguel Ángel Buonarroti  y este sí es capaz de hacer emerger la majestuosa figura de David a punto de entablar su mítica lucha contra el gigante Goliat.

      Este proceso creativo se comprende perfectamente si se visita la Galería de la Academia de Bellas Artes de Florencia porque, antes de llegar al David, se exponen los cuatro Esclavos, también de Miguel Ángel. Son gigantescas esculturas de mármol inacabadas, como esbozos de cuatro figuras masculinas, conocidas como Atlas, el Esclavo Joven, el Esclavo que se despierta y el Esclavo barbado. Se les ve en el intento de salir trabajosamente de las entrañas del mármol, pero el proceso de emersión del alma se interrumpe y los Esclavos lo consiguen solo en parte. David lo logra plenamente.

 


 

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